Historias del EVS – Episodio IV
Hoy os presentamos a Yuliya Hrytsay que procede de Ucrania.
Puedo dividir mi SVE en tres partes. La primera parte es mi proyecto en Llere. Yo trabajo con niños gitanos. En particular, ayudo niños con sus deberes de casa y después jugamos. Trabajo con ellos es un rato para mí porque niños no tienen muchas ganas de estudiar y normalmente están traviesos. Al mismo tiempo, eso es una oportunidad para mi desarrollo porque yo puedo aprender como comunicar con la gente diferente. Además, Llere ofrece clases de español online , por eso puedo mejorar mi nivel de español cuando no tengo clases con los niños.
Segunda parte de mi SVE es la vida con otros tres voluntarias. Nosotros somos de países deferentes y tenemos los gustos variados. A veces, me siento como un diplomático que debe llegar a la comprensión con todas partes. Por otro lado, es muy interesante vivir con la gente tan diferente porque yo aprendo aceptar otros puntos de vista. Por ejemplo, cada una de nosotras tiene sus propios gustos en comida. Y debo aceptar que cada persona puede comer que quiere.
Tercera parte de mi SVE es la cultura española. Mi primera impresión que los españoles son muy tolerantes y relajados. Si hay algunos problemas, ellos no están nerviosos como en mi país. Prefieren resolver todo tranquilamente. Pueden aceptar la gente con opiniones o apariencias muy distintas. Por ejemplo, es posible ver la gente con discapacidades o homosexual orientación en la calle. Para conocer más la cultura española, también intento visitar otros partes del país. Por ejemplo, celebró Noche Vieja en Sevilla donde pude comer doce uvas con otra gente. Era muy divertido y espacial. Otra opción para conocer la cultura es la formación para los voluntarios. Ya tuve una formación al principio de mi proyecto y espero tener otra formación en el medio de mi SVE. También pruebo la comida y tradiciones locales, tal como siesta o el roscón de reyes para la Navidad.
En general, SVE es una buena oportunidad para desarrollo personal y profesional. Es posible luchar con propios miedos y estereotipos. Por fin, empiezas entender que somos iguales y no importa de donde es otra persona o que gustos tiene. Además, empiezas analizar la vida en tu país y que puedes cambiar allí. Por ejemplo, mi país necesita más programas para la integración de las minorías. También, tenemos las comunidades de gitanos, pero ellas no reciben tanta ayuda como los niños de mi proyecto en Llere.